miércoles, 5 de marzo de 2008

Penélope estaba tejiendo, cuando una de sus esclavas se dio cuenta de lo que hacia la mujer durante la noche. Mariona, que así se llamaba la esclava, se acerco a ella con mucha cautela y algo temerosa, pero decidida a preguntarle a su señora el porque de su actitud.
-Penelope, disculpe, señora-rectificó la sirvienta. dígame Mariona le contestó penelope.
-he estado observándola y... no e podido evitar ver como, usted por la noche desteje el tapiz, que cuando termine... Ya lo sé Mariona no me lo recuerdes, le interrumpió penelope.
Oh mariona se me hace imposible, no, no puedo amar, no me puedo casar con otro hombre que no sea Ulises, él el siempre será el amor de mi vida, ya sé que para Telémaco es mejor tener un padre con el que crecer y apoyarse, pero es que no me atrevo. Nunca por nada en el mundo dejaré de amar a Ulises, rey verdadero y único de Ítaca.
La sirvienta con los ojos llorosos, no pudo decir nada, durante un momento sintió miedo de que sus tierras, y su vida no tuvieran un hombre que las protegiera, pero se puso en el lugar de Pénelope, el amor es mucha mas fuerte y sabía que su señora iba a ser cualquier cosa, y esperaría mil años si hiciera falta por Ulises. Pero derrepente, una duda le atacó en la cabeza...
-pero señora, pronto, no creo que tarde mucha mas, el pueblo se dará cuenta de que usted no termina nunca su tapiz, cuando ese momento llegue, ¿qué va a ser?¿qué explicación le dará al pueblo, a esos hombres que tanto llevan esperando? señora, se le echarán encima, se armará un tremendo lío.
pensativa se quedó Penélope, ella estaba tan pendiente de su amor por Ulises, de que él llegara y terminara ese sufrimiento que estaba viviendo...
El vendrá Mariona confío en ello, se que antes de que eso suceda estaré con mi amor, y con él feliz viviré.
Laura F.M.

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